La viralidad en la música
Hace unos días hice una pregunta aparentemente sencilla:
“¿Quién es el tipo que cantó con el guitarrista de Queen?”
Me respondieron con naturalidad:
“Es Benson Boone. Es un cantante de pop y su canción fue viral en Reels.”
Ahí me detuve.
Nací en 1979. Soy de la generación que grababa casetes desde la radio, que esperaba con paciencia el lanzamiento de un disco para comprarlo en físico, leer el arte del libreto y escuchar el álbum completo, de principio a fin. Tengo vinilos, CD’s, y aún compro música. Toco guitarra, bajo, entiendo los charts de Spotify y Apple Music, y sí, también consumo podcasts como parte de mi dieta cultural. Me considero un usuario digital muy activo. Uso Instagram, Youtube, Facebook, X, etc…
Pero escuchar la frase “la canción fue viral en Reels” me provoca una reacción curiosa:
¿Eso es realmente un indicador de éxito? ¿Es tangible? ¿Es relevante?
Mi instinto me decía que no, que eso no podía tener el mismo peso que sonar en la radio o llenar estadios. Pero como profesional del marketing y amante de la música, sabía que debía cuestionar esa percepción.
Así que me senté a entenderlo.
¿Por qué es importante que una canción se vuelva viral en Reels?
Porque hoy, el lugar donde la música “sucede” no está necesariamente en un escenario, ni en la radio, ni siquiera en un disco.
Está en 15 segundos de atención total. Y eso —para bien o para mal— es oro en la economía digital.
Cuando una canción se vuelve viral en Reels, TikTok o Shorts:
- Puede llegar a millones de personas en horas, sin inversión en medios tradicionales (aunque es detabile, ¿verdad Chris?)
- El hook (ese fragmento pegajoso) se convierte en un código cultural: lo tarareas sin saber de quién es.
- Jóvenes de 13 años la cantan, la bailan, la imitan. Se integra en su lenguaje.
Y aunque pueda parecer superficial, ese impacto es real. Muy real. Porque lo viral es el nuevo “airplay”.
¿Cómo se traduce en dinero para el artista?
Aquí es donde la lógica se vuelve tangible:
- El uso de la canción en Reels o TikTok pueden generar reproducciones en Spotify, Apple Music y YouTube.
- Los artistas reciben regalías por cada reproducción y, además, ganan visibilidad global que puede traducirse en giras, contratos, y patrocinadores.
- Las plataformas pagan licencias de sincronización para tener esos audios disponibles.
- En muchos casos, un solo trend ha catapultado a artistas de su habitación al escenario principal de Coachella.
¿Y la música como arte? ¿La estructura cambió?
Definitivamente.
Hoy las canciones:
- Duran menos (2:00–2:30 minutos).
- Tienen el coro al inicio, porque hay que enganchar al oyente en los primeros 5 segundos.
- Están pensadas en loops, para que funcionen bien en videos cortos.
- Y muchas veces, no tienen puente ni clímax, solo un “momento viral” reciclable.
Esto no es bueno ni malo. Es una mutación. Es la música adaptándose al ecosistema en el que vive hoy.
¿Entonces qué hacemos los que crecimos con álbumes conceptuales?
Comprendemos. Nos adaptamos. Y si queremos, participamos.
No para convertirnos en creadores de trends, sino para contar nuestra historia, compartir nuestro arte, y conectar desde nuestro lenguaje —aunque empaquetado en 30 segundos.
Porque si algo he entendido es que lo viral puede ser profundo, si el mensaje es auténtico.
Y quizás ese muchacho que cantó con el guitarrista de Queen me recuerde que hay nuevos caminos.
Diferentes, pero no por eso menos valiosos.
Después de publicar este texto, procederé a escuchar “Metropolis pt2″ Scenes from a Memory” de Dream Theater. Una joya.
Ejemplos
Fleetwood Mac — “Dreams” (TikTok, 2020)
Contexto: La canción Dreams (1977) regresó al top 10 de Billboard gracias a un video viral de un hombre patinando y bebiendo jugo de arándano mientras la cantaba.
Resultado:
- 36 millones de streams adicionales en semanas.
- Triplicaron las ventas de discos físicos.
- La banda volvió a ser descubierta por millones de jóvenes.
Lección: No necesitas crear algo nuevo, sino permitir que tu legado musical se reinserte con autenticidad en la cultura viral.
Sting & Shaggy — colaboración orgánica con creadores digitales
Contexto: Sting ha participado activamente en pequeñas cápsulas musicales, especialmente en Instagram Live y Reels, mostrando versiones acústicas o comentarios sobre sus canciones.
Resultado:
- Genera cercanía con nuevas audiencias sin alterar su estilo.
- Aumenta las reproducciones de su catálogo antiguo.
- Gana relevancia sin perseguir la viralidad: es encontrado.
Metallica — “Master of Puppets” en Stranger Things
Contexto: La inclusión de Master of Puppets en una escena icónica de la serie (usada como música diegética en un momento narrativo de alto impacto) hizo explotar su popularidad en TikTok.
Resultado:
- La canción de 1986 se coló en los charts globales de Spotify.
- Miles de creadores usaron fragmentos de la canción para hacer contenido.
- Metallica respondió agradeciendo y adaptando contenido propio a plataformas cortas.
Lección: El storytelling visual bien contextualizado puede revivir clásicos sin que suenen “forzados”.
Juan Luis Guerra — Reels con storytelling
Contexto: Guerra ha compartido clips cortos explicando la historia de canciones como Bachata Rosa o Ojalá que llueva café, combinando anécdotas personales, fe y música.
Resultado:
- Aumentó el engagement de sus perfiles en redes.
- Reintrodujo su catálogo a públicos más jóvenes.
- Conservó su lenguaje poético y tono reflexivo.
Lección: No necesitas cambiar tu forma de ser, pero sí empaquetarla en formatos que la gente consuma hoy.
Luis Miguel — revival en TikTok y Spotify sin crear contenido nuevo
Contexto: El boom de la serie en Netflix y la creación de contenido generado por usuarios en TikTok usando canciones suyas (como La Incondicional) lo posicionó nuevamente en los charts.
Resultado:
- Superó los 10 millones de oyentes mensuales en Spotify.
- El fandom joven comenzó a descubrirlo sin necesidad de lanzamientos nuevos.
Lección: Tu catálogo puede vivir nuevas vidas si el contexto lo pone al frente con una historia atractiva.